Explorando la arquitectura atemporal de Can Morgat
- Eco Finca Can Morgat

- 12 dic 2024
- 8 Min. de lectura
Con más de 1.500 metros cuadrados de superficie construida, Can Morgat se revela como un fascinante tapiz de evolución arquitectónica. En su corazón se encuentra el edificio principal — una unión de dos partes construidas en diferentes épocas. La sección antigua, con sus paredes de piedra y carácter centenario, susurra historias de un pasado lejano, mientras que la adición más moderna refleja las adaptaciones prácticas de generaciones posteriores. Antes divididas por entradas distintas, estas dos partes ahora se unen, complementadas por anexos y una ermita consagrada, creando un cautivador mosaico de historia, cultura y propósito.
La vieja masía: Un portal al pasado
"Masía", una palabra de origen catalán que significa casa de campo, representa más que solo una vivienda — es una piedra angular del patrimonio rural de Cataluña, profundamente entrelazada con la agricultura, la vida familiar y la tierra misma. Tradicionalmente, una masía era una finca autosuficiente, que combinaba espacios habitables con áreas para la agricultura, el ganado y el almacenamiento de alimentos. Transmitidas de generación en generación, estas casas encarnan la conexión perdurable entre las familias y la tierra que cultivaron.

Desde el punto de vista arquitectónico, las masías se caracterizan por sus gruesos muros de piedra, un diseño funcional y materiales terrizos como las baldosas de terracota para los suelos y techos. Su sólida y práctica construcción refleja su papel como lugares de la vida cotidiana.
Can Morgat no es una excepción. Su propio nombre cuenta una historia, con "Can" utilizado históricamente para denotar "La Casa de", acompañado de Morgat, el apellido de la familia. Juntos, significan "La Casa de Morgat".
La sección antigua, a la que se accede a través de una rústica puerta arqueada, irradia una belleza cruda y sin pulir que recuerda sus orígenes medievales. Aquí, la historia cobra vida a través de gruesos muros de piedra y detalles envejecidos por el tiempo, despertando la imaginación de una época pasada e inspirando asombro en quienes entran.
El vestíbulo de piedra: Un pasaje a través del tiempo
Al cruzar la puerta arqueada de la masía, el vestíbulo de piedra se despliega como una puerta al pasado. Sus suelos de piedra originales, las paredes irregulares y las rústicas puertas y vigas de madera evocan una fuerte sensación de atemporalidad, como si el mundo exterior se hubiera detenido. A la izquierda, una escalera de piedra asciende hacia la zona de la cocina, mientras que un pequeño compartimento de piedra, tallado directamente en la pared, despierta curiosidad — ¿se utilizaba quizás para almacenar agua o tal vez como un espacio práctico para otras necesidades diarias?
A la derecha, el vestíbulo conduce a espacios que en su momento estuvieron destinados a los animales, conectándonos con las raíces agrícolas de Can Morgat. Los comederos y pesebres preservados recuerdan vívidamente una época en la que la vida giraba en torno a los ritmos de la tierra, y el vínculo entre las personas y los animales estaba en el centro de su existencia diaria.
Al pasar por uno de los espacios destinados a los animales, se revela una escalera de piedra adyacente que originalmente conducía a otra zona de vivienda. Este espacio de vida superior, compuesto por algunas habitaciones modestas con suelos de piedra rústica y vigas de madera, lleva las huellas del tiempo.
La cocina: El corazón de la autosuficiencia
Una corta ascensión por antiguas escaleras de piedra conduce a la cocina tradicional, el verdadero corazón de la masía. Dominada por una chimenea abierta con una amplia y alta chimenea, este espacio irradia calidez y propósito, ofreciendo un vistazo a la vida diaria en Can Morgat. Un horno de pan de piedra, perfectamente integrado en un muro exterior, y una estufa de leña utilizada para la cocina diaria, son testimonios de la ingenio y el espíritu autosuficiente de la finca. Casi se puede escuchar el crujir del fuego, oler el reconfortante aroma del pan recién horneado y sentir los momentos tranquilos de las comidas compartidas que alguna vez llenaron esta habitación.
La sala abovedada: Un espacio de fe y reflexión
Adyacente a la cocina se encuentra una habitación con elegantes techos abovedados — una destacada muestra de la artesanía que despierta tanto curiosidad como contemplación. Un receso rectangular, situado profundamente en su pared adornada de piedra, probablemente destinado a albergar una figura religiosa o un pequeño altar, insinúa la tranquila santidad del lugar. Por encima de la puerta, un símbolo tallado que se asemeja a una cruz sobre un tejado plantea preguntas intrigantes sobre su significado espiritual.
¿Podría este espacio haber servido como un lugar de culto o reflexión para la familia antes de que se construyera la ermita? ¿O quizás era un lugar para comidas íntimas y reuniones impregnadas de fe y tradición? Aunque su propósito exacto sigue siendo un misterio, la habitación emana una profunda sensación de devoción y veneración atemporal.
El desván: Simplicidad y soledad
Por encima de la cocina y la sala abovedada, el desván revela habitaciones modestas y de pequeño tamaño, así como un área de almacenamiento donde se conservaban cuidadosamente la cosecha y los productos de la granja. Aquí, el aire llevaba una vez el aroma terroso de las cebollas y ajos colgados de ramas de madera, hierbas secándose en racimos y embutidos curándose en preparación para el invierno. Un pasillo aislado conduce a un dormitorio solitario, ofreciendo un espacio de privacidad y descanso.
Estos tranquilos espacios sencillos y sin adornos capturan la simplicidad y el ingenio de la vida de siglos pasados, donde cada rincón tenía un propósito y cada detalle reflejaba el ritmo de la autosuficiencia.
Una atmósfera más allá de las palabras
Esta parte de la masía guarda una atmósfera que desafía la explicación. Es como si el tiempo mismo se detuviera dentro de estos muros, anclando a todos los que entran en un momento de quietud y reflexión. El aire resuena con los susurros de su pasado, invitando a los visitantes a escuchar, a sentir y a conectar con las generaciones que vinieron antes.
El edificio más nuevo: Modernidad y funcionalidad
En contraste con el encanto rústico de la vieja masía, el edificio más nuevo refleja la evolución de Can Morgat en el siglo XX, adaptándose para satisfacer las necesidades prácticas de una era cambiante. Con una entrada independiente que da al lago, combina funcionalidad con características arquitectónicas de mediados de siglo, sirviendo como un puente entre épocas. Junto a su contraparte centenaria, este edificio sirve como recordatorio de que la historia de Can Morgat no es estática, sino que está en constante evolución, moldeada por las nuevas generaciones que lo han considerado su hogar.
La planta baja: Fundamentos de la tradición
La planta baja del edificio más nuevo ofrece una introducción modesta pero significativa a esta ala más moderna de Can Morgat. Un vestíbulo más pequeño, con una escalera que asciende a la primera y segunda planta, conduce a una espaciosa bodega — un testimonio de la artesanía tradicional catalana. El techo abovedado de la bodega, construido con la técnica de 'volta catalana', exhibe hermosos ladrillos curvados que reflejan la habilidad y el arte perdurables de los constructores de la región. Al fondo de la bodega, barriles de madera se mantienen en silencio, evocando una época en la que la familia Morgat cultivaba vino en sus viñedos.
En el lado opuesto del vestíbulo, se abre un espacio más pequeño con un techo curvado, cuyo propósito original está envuelto en misterio. ¿Podría haberse utilizado para almacenamiento, como biblioteca, como espacio de trabajo o para algo completamente diferente? Esta habitación enigmática invita a la exploración y despierta la imaginación, animando a los visitantes a reflexionar sobre su papel en el pasado de la finca.
La primera planta y el desván: Un espacio para reunirse y vistas inspiradoras
Subir a la primera planta revela un amplio salón, con una gran chimenea como pieza central, que irradia calor y confort. Este espacio una vez sirvió como punto de encuentro, donde se compartían historias y se valoraban los momentos de convivencia. Adyacente al salón, hay una cocina equipada con una moderna estufa de leña que refleja las necesidades cambiantes de su época. Varios dormitorios y baños completan este nivel, ofreciendo un equilibrio entre funcionalidad y habitabilidad.
Desde el salón, se despliega una terraza envolvente como una invitación abierta. Sostenida por robustos arcos en forma de U, esta terraza enmarca vistas panorámicas del lago, los campos bañados por el sol y las montañas distantes. Ya sea bañada por la luz dorada de la mañana o suavizada por los tranquilos tonos del crepúsculo, las vistas desde esta terraza inspiran reflexión y asombro, convirtiéndola en una de las características más cautivadoras del edificio.
Arriba, el desván alberga dormitorios adicionales. Aquí, la simplicidad de los espacios contrasta con las vistas extraordinarias que ofrecen. Desde el nivel más alto, el paisaje se despliega en todas direcciones — las aguas relucientes del lago, los campos ondulantes y la vegetación que rodea Can Morgat.
Anexos y características exteriores: Espacios de funcionalidad y belleza natural
Más allá de los edificios principales de Can Morgat se encuentran sus anexos y paisajes verdes, ofreciendo una visión más profunda de las raíces agrícolas y la significación espiritual de la finca. Cada estructura, camino y arboleda teje su propio hilo en el rico tapiz de la historia de Can Morgat.
La ermita: Un santuario de devoción tranquila
Erguida como un guardián silencioso del legado de Can Morgat, la ermita consagrada refleja la devoción espiritual de la familia Morgat y su prominencia en la región. Integrada de manera natural en el paisaje, su serena presencia evoca un sentimiento de veneración.
Los anexos: Un vistazo a la vida diaria de la finca
Los anexos de Can Morgat pintan un cuadro de su pasado agrícola y pastoral — una época en la que los ritmos de la vida diaria estaban marcados por la tierra y sus cosechas.
El anexo adyacente a la masía: Conectado a la antigua masía, esta estructura una vez sirvió tanto como vivienda como alojamiento para animales. En su interior, los restos de su pasado — espacios para almacenar piensos y áreas destinadas a animales más pequeños como cerdos — insinúan su papel fundamental en el apoyo a las necesidades diarias de la finca.
El anexo independiente: Este edificio incluye un área cubierta para albergar animales más pequeños, como gallinas, y un cobertizo adyacente que probablemente sirvió como centro para herramientas, piensos para animales y otros suministros esenciales para las operaciones agrícolas de la finca.
El anexo de la ermita: Una estructura pintoresca que une la pared trasera de la ermita con el edificio principal. Su característica más destacada es una gran abertura rectangular que enmarca una vista pintoresca del lago, como una pintura natural. Este elemento inesperado fusiona la funcionalidad con la belleza.
El paisaje circundante: El abrazo de la naturaleza
Rodeando Can Morgat se encuentra un vibrante tapiz de 8 hectáreas de tierra, lleno de las melodías de la fauna y el susurro de los árboles ancestrales. El olivar, con sus troncos retorcidos y envejecidos por el tiempo, se erige como un testimonio vivo de generaciones de cuidado. Campos que una vez fueron cultivados meticulosamente a mano y con animales ahora descansan en una paz tranquila, mientras que los bosques en terrazas presentan caminos sinuosos que invitan a la exploración y la reflexión en silencio. Esta mezcla armoniosa de paisajes cultivados y salvajes envuelve la finca en una belleza que se siente tanto atemporal como profundamente viva.
A medida que descubrimos las muchas capas de esta extraordinaria finca, Can Morgat sigue inspirándonos a valorar no solo su rica historia, sino también el potencial que guarda para el futuro. Es un lugar de tranquila reflexión e imaginación sin límites, que invita a todos los que lo visitan a contemplar el delicado equilibrio entre preservación y progreso.
Saludos cordiales,
Maarten & Monika
















































































































































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